domingo, 27 de abril de 2014

El cinturón de fuego del Pacifico.

El cinturón de fuego es un conjunto de fronteras de placas tectónicas ubicado en el pacifico desde las costas de Asia hasta las Américas y reúne la principal actividad sísmica y volcánica del mundo. 

El cinturón de fuego se extiende sobre 40.000 km y tiene forma de una herradura. Posee 452 volcanes y concentra mas del 75% de los volcanes activos e inactivos del mundo.
El 90% de los terremotos del mundo y el 80% de los mas grandes del mundo se producen en ésta zona.
En el 2008 este cinturón comenzó con intensa actividad provocandomovimientos sísmicos y erupciones. América y algunas zonas de Africa y Asia, son los territorios que mas volcanes potencialmente activos albergan.
El cinturón de fuego se extiende de forma circular alrededor de todo el Océano Pacifico y las costas de América, Asia y Oceanía, originándose en las zonas montañosas de los andes, montañas Rocosas e islas en los Arcos, representan el 60% de los volcanes actuales activos.

Llamado también Anillo de fuego del Pacifico, está situado en las costas delocéano pacifico y se caracteriza por concentrar algunas de las zonas de hundimiento de las placas más importantes del mundo, lo que origina una inmensa actividad sísmica y volcánica en las zonas que abarca, también recibe el nombre de cinturón circumpacifico, incluye en el sentido horario a chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Centroamérica, México, Loa Estados Unidos, Canadá, luego dobla a la altura de las Islas Aleutianas y baja por las costas e islas de Rusia, china, Japón, Taiwán, Filipinas, indonesia, Papúa nueva Guinea, Australia y Nueva Zelanda.

El lecho del océano pacifico descansa sobre varias placas tectónicas, en la cual cada una de ellas se encuentra en continua fricción, acumulan tensión y al liberarse ésta, se originan los terremotos en los países del cinturón. Esta zona concentra una actividad volcánica constante.

El cinturón de fuego se extiende sobre 40.000 km y tiene forma de una herradura.
Posee 452 volcanes y concentra mas del 75% de los volcanes activos e inactivos del mundo.
El 90% de los terremotos del mundo y el 80% de los mas grandes del mundo se producen en ésta parte del planeta tierra.


En el cinturón de fuego del Pacífico se han registrado los 10 sismos más fuertes del siglo pasado y del actual.
Chile sufrió el terremoto más intenso registrado hasta ahora; midió 9,5 grados en la escala de Richter y sacudió las ciudades de Santiago y Concepción. Murieron 5000 personas y dos millones quedaron sin hogar.
Alaska sufrió tres sismos grandes en menos de ocho años. El 9 de marzo de 1957 un movimiento de 9,1 grados golpeó las islas Andreanof, mientras que, en 1964 y 1965, registró terremotos de 9,1 y 8,7 grados respectivamente y generó un tsunami de olas de 10 metros de alto.
Todavía permanece fresco el recuerdo del catastrófico sismo de 9 grados del 26 de diciembre de 2004 en Indonesia y Sumatra, que desató un tsunami que mató a más de 250.000 personas.
El 4 de noviembre de 1952, Rusia registró un terremoto de magnitud 9 que generó un tsunami que golpeó las islas hawaianas. Y el 31 de enero de 1906 un sismo de 8,8 grados fue registrado cerca de la costa de Ecuador y Colombia, que generó un fuerte tsunami que mató a 1000 personas.
En Tibet y la India, unas 2000 casas fueron arrasadas y 1500 personas murieron tras el movimiento de 8,6 grados registrado en la cuenca de Brahmaputra.
Uno de los más devastadores fue el del 27 de febrero de 2010 en Chile, que produjo más de 500 muertos, con sus 8,8 grados de intensidad. 
El 11 de marzo de 2011, Japón sufrió un terremoto de 9 grados, seguido de tsunami con olas de 10 metros de altura, que arrazó con pueblos enteros y provocó un desastre nuclear, cuya radiación permanecerá por años.Los científicos advierten que la intensa actividad sísmica, que se atribuye al máximo solar actual, podría desencadenar megaterremotos en cualquier parte del planeta. Sismólogos afirman que sismos superiores a 9 grados pronto volverán van a golpear zonas como Mexico, EEUU, Indonesia, Chile y Japón

sábado, 5 de abril de 2014

Los desafíos políticos y fiscales de Centroamérica en 2014.

La sociedad centroamericana muestra en la actualidad progresos democráticos, con gobiernos electos por la mayoría de sus ciudadanos mediante el voto libre. En algunas naciones, movimientos rebeldes del pasado, convertidos ahora en partidos políticos, han asumido el poder respaldados por elecciones. Con excepción de lo ocurrido en Honduras, en 2009, los golpes de Estado ya no son una constante en el escenario político. Sin embargo, paralelo a estos avances en la democracia, la región experimenta una persistente inseguridad que se traduce en violencia, crimen organizado y muertes violentas.

Aun cuando la tasa regional promedio de homicidios por cada 100,000 habitantes ha disminuido en los últimos dos años, ésta aún está en torno a 31, lo que según la Organización Mundial de la Salud, debe ser considerado como una epidemia. Por su parte, las cifras más actualizadas sobre robo revelan que, en 2012, trece de cada cien centroamericanos fue víctima del mismo, y en el 50% de los casos, se utilizó algún tipo de violencia.


La inseguridad en Centroamérica no puede atribuirse a una causa simple. Esta tiene una explicación multidimensional en la que se mezclan tanto la falta de un crecimiento económico incluyente ―empleos formales y con remuneraciones suficientes para el bienestar de los hogares―, como la inequidad prevaleciente en el acceso y la calidad de la educación, la salud y el empleo, lo que ha provocado el estancamiento en la movilidad social. A estos factores se agregan el fácil acceso a elementos potenciadores de la violencia ―drogas, alcohol y armas―, así como la debilidad de los sistemas de seguridad y justicia y de protección social, con respuestas insuficientes para luchar contra la impunidad, prevenir el delito y garantizar la cohesión social.


En los últimos años, los gastos públicos en seguridad ―que cubren el financiamiento de los tribunales de justicia, la fiscalía, los servicios de policía y las instituciones de prevención y rehabilitación― equivalen a cerca del 1.6% del PIB regional, lo que representará en 2014, aproximadamente USD3,400 millones. Estas inversiones equivalen, aproximadamente al 18% del gasto social ejecutado en salud, educación, protección y asistencia social. Si bien es importante reconocer la necesidad de aumentar la presencia de los servicios de justicia y seguridad, los Estados deben aumentar los recursos destinados a la prevención del delito y la equidad social.

Luchar contra la inseguridad en Centroamérica requerirá de consensos sociales, que delimiten objetivos, metas a alcanzar y mayor financiamiento. Solo así se podrá poner en marcha un plan integral con dos esferas de trabajo: equidad y lucha contra la impunidad. En cuanto a la equidad, se requiere lograr la universalización de la cobertura de los servicios sociales (salud, educación, nutrición y seguridad social), la mejora de la calidad de estos servicios y un plan de promoción de la educación técnica y la capacitación. Es imprescindible contar con programas económicos que incentiven la generación de empleos. La segunda esfera, debe edificar un sistema de justicia que erradique la impunidad, por lo que se requiere, entre otros elementos, mejorar la gestión del sistema de justicia, fortalecer la investigación criminal, apoyar a las víctimas y contar con protocolos de respuesta ante hechos delictivos. Finalmente, mejorar la capacidad y control interno de las cárceles y desarrollar programas de rehabilitación y reinserción social y económica.


Garantizar la seguridad es un buen negocio para toda la sociedad. En lo económico, de acuerdo con el Banco Mundial (Crimen y Violencia en Centroamérica. Un desafío para el desarrollo.), una reducción del 10% en los homicidios podría incrementar el PIB per cápita anual hasta en un 1.0% en El Salvador, un 0.7% en Guatemala y Honduras, y un 0.3% en Panamá y Nicaragua. En lo social, la visión integral de la seguridad puede ayudar en la búsqueda de acuerdos, entre empresarios, trabajadores y gobiernos, para definir responsabilidades y metas a alcanzar en materia de desarrollo social y económico. En lo político, vivir sin el temor a la violencia o a la muerte arbitraria, será un paso concreto para que los ciudadanos continúen apostando y contribuyendo a la consolidación de la democracia.